Gracias, David…

Gracias por ese amor que le tenés a los colores Rojo y Blanco, y que sin dudas se ha transformado en el motor para llevar adelante tu vida y vivir innumerables sensaciones en el patio de tu casa, como lo dejás en claro una y otra vez. Tu pasión por Provin es tan grande que hasta lo llevás tatuado en la piel…

Gracias por transmitir ese sentido de pertenencia a los más chicos que están dando sus primeros pasos en el deporte, enseñándoles que el resultado es la mera coincidencia de un proyecto. Ese proyecto que vos mismo comenzaste hace muchos años y hoy en día nos genera una actualidad soñada…

Gracias por permitirnos verte brillar y defender nuestros hermosos colores en cada una de las canchas en donde flameó la bandera provincialista, con pasión, entrega, actitud y, por sobre toda las cosas, valores. Sí, esos que te distinguen como persona y generan admiración y respeto tanto en compañeros como en rivales…

Gracias por permitirnos ser parte de una noche histórica para nuestro club y emocionarnos junto a vos en ese minuto 8, cuando el reloj se detuvo, la lluvia de aplausos bajó desde las tribunas del Salvador Bonilla y tu familia y amigos ingresaron al parquet para fundirse en un abrazo interminable y realizarte el merecido homenaje. Como olvidarse de ese momento, con tu número 8 marcado a fuego en la espalda y esa cinta de capitán que te define dentro y fuera de la cancha…

Gracias por seguir alimentando con hechos tangibles la jerarquización del futsal. Porque no tenemos dudas, anoche le pusiste punto final a 22 años de una exitosa trayectoria dentro del rectángulo de juego, pero tu legado seguirá presente en cada cancha, en donde continuarás brindando tu pasión por el club a las diferentes generaciones provincialistas…

Solo nos queda decirte: Gracias, David. Eternamente, gracias…